EL SALTO DE LAS RANAS

 

Pasó el pasado, y las ranas siguieron saltando.

Lejanas, solitarias, se burlaron de todo lo existente, de todo lo existente factible de ser burlado. El estanque donde habitan se dora al sol, y la luna lo vuelve de plata. Son un coro de croas sus voces en conjunto. A la noche, solitarias, lejanas, las ranas cantan su canto.

Alrededor hay un terreno, el de una casa. A su vez, la casa se levanta en la inadvertida ciudad. La casa, abandonada, juega y oye y mira y también, a veces, parece que salta. Y la cuidad, de vez en cuando, se detiene para saltar al ritmo del croar.
La lechuza rehúsa de su chistido, y observa. Gira su cabeza desde la rama de un roble viejo, y se deleita con el espectáculo. Se asombra, sus ojos se agigantan aún más y las ranas no dejan de saltar.
Una a una se zambullen las ranas en el estanque, y salen solo para volver a zambullirse. Cantan un arrullo apaciguador, y saltan. A su canto se suman unos tenores sin escrúpulos, los grillos, que no conocen la melodía. Pero ellos también cantan, y ellos también saltan.
Durante el día se acercan las gentes a verlas, pero las ranas no saltan. Esperan a que el estanque se torne de plata. Y ahí si, ellas, solitarias, perdidas entre las estrellas, lejanas (díscolas), indomables, arrogantes; saltan. No conocen qué sucedió ese día en la ciudad, más aún, desconocen qué ocurrió cerca del estanque ese día. A ninguna le importa. Disfrutan el momento, su momento.
Fugaz, terrible, déspota, pasa el pasado, y las ranas siguen saltando. Una y otra vez, y otra, y otra más.

 

~ por Franco en 6 de febrero de 2007.

2 respuestas to “EL SALTO DE LAS RANAS”

  1. ¿¿Es lo que se denomina una publicidad encubierta??

  2. […] es Al Rescate del Minotauro, pues no todas las noches uno consigue dormirse. Por su parte El salto de las ranas es una manera de significarse, una representación abstracta de un estilo de vida concreto. Este […]

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